María Ligia vivía en Chacsinkín, municipio ubicado a dos horas al sur poniente de Mérida, la capital yucateca. Hablaba maya y español y trabajaba en casa, pues había que acompañar en la vida diaria a su hijo que estudia preparatoria, al que estaba por terminar la secundaria, a los dos de primaria y al que todavía no entraba al kínder. Su madre, doña Margarita, le apoyaba en ese trabajo mientras Eutiquio, el padre de sus hijos, trabajaba en Cancún casi toda la semana.
En Chacsinkín existen dos casas de salud para atender a poco más de 2 mil 800 habitantes. María Ligia acudía a una de ellas con regularidad, pero la última vez que fue a solicitar algún método anticonceptivo, se lo negaron y le advirtieron que si se quejaba, podían afectarla en su acceso a los programas sociales con los que se ayudaba para mantener a sus hijos. Así que ese último embarazo no fue planeado. Luego se enteraron de que serían gemelos.
Los cinco hijos que tenía con Eutiquio tendrían dos hermanos más.